"Bucaramanga es una ciudad interesante para las primeras veces"
"Hace un tiempo no nos vemos, cuando eso pasa sólo puedo pensar en lo que significa volver.
El bus arranca a las ocho de la mañana. Me voy de Barrancabermeja con aquello que nunca me puede faltar: una bolsa con frutas, un saco para el frío y un beso de mi mamá estampado en la mejilla. Tras 15 minutos de trayecto, empiezo a pestañear y saliendo por la vía que da al retén, todo oscuro. Cuando abro los ojos, veo la misma postal: una maqueta de nubes y edificios.
Después de un par de curvas, me bajo en el terminal, donde nunca falta el olor a caldito de costilla, la gente repleta de maletas, las gallinas de porcelana que siempre quise comprarle a mi abuela y aquello que más me gusta, las tiendas bien equipadas de paletas de colores, melcochas, chucherías, bocadillos y cualquier cosa que pueda generarle caries a los niños que patalean y lloran en el terminal.
Llevo cuatro años viviendo aquí, y en ese lapso han cambiado los destinos que escojo cuando tomo el taxi. No importa cuál carrera escoja, siempre hay cosas en común, nunca me cuesta más de 7.500 y el tiempo de recorrido no son más de 17 minutos.
Has sido territorito testigo de mis primeras veces, incluso mi cómplice. Mi primer trabajo, mi primera novia, mi primera vez mezclando piña con tártara, mi primera vez aprendiendo el significado de 'atembá', 'arrecha', 'calango'.
Pasar tiempo en sumercé es buenos, bonito y barato. Un heladito en San Pío, perseguir palomas en el Parque Centenario, vitrinear, pegarse una escapada a cualquier pueblito cercano, salir a comer hamburguesa, ayaco, mute, papas locas o morrongo (aún no entiendo la diferencia entre estos dos). La mayoría de planes incluyen comida, pues la sazón de estas tierras es bien sabrosa.
De vez en cuando me visitan mis tías rolas, de 'patas' blancas e insípidas y me preguntan "¿si está amañada?" y siempre respondo que sí.
Al buen vividero, gracias de antemano".
Att: Valentina Herrera
Valentina Herrera Gómez, es una mujer rola de nacimiento pero santandereana de corazón. Luego de vivir en Bogotá, su familia tomó otro rumbo hacia Barrancabermeja y luego de graduarse llegó a Bucaramanga para dar inicio a su carrera profesional como Comunicadora Social.
Valentina se destaca por ser una persona multifacética que se sensibiliza con las causas sociales del país, y que además de esto, habla tres idiomas, baila, modela, pinta y escribe.
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